Hay una violencia general contra el hombre orquestada tanto por las mujeres como por las leyes, y es aquella que cuando hay una separación entre un hombre y una mujer, aquella se lleva los niños impidiéndole al padre poder verlos hasta que el juez establece unas medidas provisionales. Asimismo, con objeto de dañar al marido y de quitarle al mismo tiempo más dinero, lo acusa de agresividad, de maltrato. El juez da total credibilidad siempre a la mujer, y sin prueba alguna basta que ella señale para que a él lo lleven esposado a la cárcel y pase una noche en la misma. Si al final ella no puede demostrar que es un maltratador, ya que es mentira, a ella no le hacen nada, pero el desprestigio hacia el hombre ya no hay quien se lo quite, ni la vejación policial, ni el terrible maltrato de verse privado de sus hijos y de ser considerado como un delincuente.
Estos hechos que anteriormente describo son generalizados, con el beneplácito de los legisladores y la pasividad de los jueces, que observan como los padres, amén de ser apartados de sus hijos van a ser condenados a poder verlos en mínimas ocasiones, dando siempre la custodia a la madre y discriminando de esta forma al hombre y a sus hijos cuyo padre se convierte en un mero visitador, ya que sólo los puede ver un 10% de las horas, unas 5 horas durante la semana y un fin de semana cada 15 días, por norma general. Las feministas que dicen abogar por la igualdad, echan más leña al fuego, por lo visto tampoco les importa el sufrimiento de sus hijos con tal de hacer daño a los hombres, pero es lo que hay, nos ha tocado vivir en una sociedad de talibanes, con leyes discriminatorias contra el hombre, al que se le privan de los derechos más elementales.
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